EPICTETO
ENQUIRIDIÓN O MANUAL

  VI
 
No te alabes jamás de ajenas excelencias. Si un caballo pudiese decir que es hermoso, en su boca seria tolerable. Pero cuando te alabas de tener un hermoso caballo, sabes lo que haces? Te alabas de lo que no te pertenece. Que es, pues, lo que es tuyo? El uso de lo que está a tu vista. Por esta razón, si miras las cosas conforme a su naturaleza y juzgas de ellas como debes, entonces te es permitido gloriarte de ellas, porque te alegras con un bien que posees efectivamente. 

VII

Si te hallases embarcado y el bajel viniese a tierra, te sería permitido desembarcar para buscar agua; y asimismo nadie te impediría el coger las conchuelas que te hallares en tu camino. Pero te convendría tener la vista siempre en el bajel, atendiendo a cuando el piloto te llamase, y entonces sería menester dejarlo todo de miedo que no te hiciese embarcar atado de pies y manos como una bestia. Lo mismo sucede en la vida. Si Dios te da mujer e hijos, permitido te es amarlos y gozar de ellos. Pero si Dios te llama, conviene dejarlos sin más pensar, y correr ligeramente a la nave. Y si ya eres viejo, guárdate de alejarte y de no estar prevenido cuando seas llamado.

VIII

Nunca pidas que las cosas se hagan como quieres; mas procura quererlas como ellas se hacen. Por este medio todo te sucederá como lo deseas y serás feliz. 

IX

La enfermedad es un impedimento del cuerpo, no de la voluntad. Por ejemplo: el ser cojo impide a los pies de andar, mas no embaraza la voluntad de hacer lo que ella quiere, si emprende tan solamente lo que puede efectuar. De esta misma manera puedes considerar todas las cosas que suceden y conocerás que a ti no te embarazan, aunque impiden a los demás.

X

En todo lo que te sucediere, considera en ti mismo el medio que tienes de defenderte. Por ejemplo: si ves una hermosa mujer, advierte que tienes la templanza, que es un poderoso medio para oponer a la hermosura. Si estás obligado a emprender algún trabajo penoso, recurre a la paciencia. Si te han hecho alguna injuria, ármate de la constancia. Y si te acostumbras a obrar de esta manera siempre, nunca los objetos tendrán poder sobre tí. 

   
   
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