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Séneca.
Sobre la felicidad.
Capítulo
16
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Por tanto, la verdadera felicidad reside en la virtud. ¿Qué te aconsejará
esta virtud?. Que no estimes bueno o malo lo que no acontece ni por virtud
ni por malicia; en segundo lugar, que seas inconmovible incluso contra
el mal que procede del bien; de modo que, en cuanto es lícito, te hagas
un dios. ¿Qué te promete esta empresa?. Privilegios grandes e iguales
a los divinos: no serás obligado a nada, no necesitarás nada; serás libre,
seguro, indemne; nada intentarás en vano, nada te impedirá; todo marchará
conforme a tu deseo; nada adverso te sucederá, nada contrario a tu opinión
o a tu voluntad. Pues qué, ¿basta la virtud para vivir feliz?. Siendo
perfecta y divina, ¿porqué no ha de bastar?. Incluso es más que suficiente.
¿Pues qué puede faltar al que está exento de todo deseo?. ¿Qué necesita
del exterior el que ha recogido todas sus cosas en sí mismo?. Pero el
que tiende a la virtud, aún cuando haya avanzado mucho, necesita, sin
embargo, algún favor de la fortuna, mientras aún lucha entre los afanes
humanos, mientras desata aquel nudo y todo lazo mortal. ¿Qué diferencia
hay entonces? Que unos están atados, otros amarrados, otros incluso agarrotados:
el que ha llegado a una región superior y se ha elevado a más altura,
arrastra una cadena floja, todavía no libre, pero ya casi libre.
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