EPICTETO
ENQUIRIDIÓN O MANUAL

  XXXIV
 
Si concibes la idea de algún placer, conviene conservar en este caso la misma moderación que en todas las otras cosas. Mira desde luego que no dejes arrebatarte de esta idea y examínala en ti mismo y toma tiempo de hacer reflexión sobre ella. Considera después la diferencia que hay del tiempo en que gozarás de este placer y de aquel que, después de haberle gozado, te arrepentirás y te aborrecerás a ti mismo. Represéntate también la satisfacción y el gusto que tendrás si te abstienes. Pero cuando puedas gozar legítimamente de esta clase de placeres, no te dejes llevar enteramente ni te dejes vencer de las caricias, las dulzuras, los halagos y los hechizos que ordinariamente acompañan al deleite. Juzga que el gozo interior que recibirás en haber alcanzado la victoria es lo más excelente de todo. 

XXXV

1. Cuando hayas resuelto hacer alguna cosa, no temas que te miren, aun cuando el pueblo lo tome a mala parte; porque si lo que haces es bueno, nada debes temer, que seria injusto reprenderte. Si, al contrario, es malo, no solamente has de evitar ser visto, sino que estás obligado a desistir de la empresa.

XXXVI

2. Como estas afirmaciones: "Es de día, es de noche", son muy verdaderas si las separas por la partícula disyuntiva o son absolutamente falsas si las atas con la partícula conjuntiva, así, cuando estás en un festín y tomas lo mejor que se sirve a la mesa, si miras a tu cuerpo en particular, haces una cosa muy excelente para tu cuerpo, pero si consideras la comunidad y la igualdad que se debe guardar entre los convidados, haces una acción muy deshonesta. Por lo cual, cuando alguno te convida a comer, no solamente has de mirar a tu apetito y a lo que más te agrada, sino que estás también obligado a conservar la honra y el respeto debido a quien te convidó.

XXXVII

Si aceptas un cargo para el cual no bastan tus fuerzas (además de que darás mala cuenta de él), te estorba a emplearte en otro de que salieras perfectamente bien.

XXXVIII

Cuando te paseas reparas en no caminar sobre los clavos que se encuentras en tu camino. Así, en la vida has de tener cuidado que la parte superior de tu alma no sea ofendida por algunas pasiones brutales o por algunas falsas opiniones; porque saldrás más fácilmente con tus designios si observas estas máximas en todas las cosas que emprendas.

XXXIX

Las necesidades del cuerpo deben ser la medida de lo que cada uno debe tener, como el pie es la medida del zapato; guarda bien esta regla. Nunca te apartarás de la medianía ni de los límites que ella te prescribe, y si la desdeñas caerás infaliblemente en el precipicio porque cuando la curiosidad te ha hecho tener zapatos al uso y que exceden a la medida de tus pies, entonces los quieres dorados, los quieres de púrpura, los quieres bordados y de una obra preciosa y magnifica. Así es de las riquezas. Cuando traspasas la medianía no hay más límite para ti y te vas insensiblemente a toda suerte de lujo y de exceso.

XL

Luego que las doncellas han llegado a la edad de catorce años, los hombres comienzan a llamarlas sus damas, lo cual las hace conocer que la naturaleza las puso en el mundo para ellos y que deben procurar agradarles. Ellas se tocan y adornan lo mejor que les es posible y ponen todas sus esperanzas en sus ornamentos, por lo cual conviene hacerlas comprender que no las hacen reverencia y cortesía sino porque son modestas, prudentes y virtuosas.

XLI

El aplicarse demasiado a las cosas corporales es señal de un alma baja, como el ser continuo en los ejercicios de comer y beber mucho, el darse demasiado a las mujeres y gastar más tiempo del que es menester en las demás funciones del cuerpo. Todo esto se ha de hacer de prisa y como de paso. Al espíritu se han de dar todos nuestros cuidados.

XLII

Cuando alguno te hace mal o habla mal de ti, acuérdate que cree deberlo hacer así. ¿Piensas tú que pueda dejar su opinión para seguir la tuya? Si no juzga sanamente de las cosas y se engaña, ya sufre la pena y padece todo el daño. Cuando alguno juzga que una cosa verdadera es falsa porque es oscura y envuelta en tinieblas, por eso no ofende la verdad. El que así juzga se hace agravio a sí mismo. Si sigues esta máxima cuando alguno te diga injurias, las sufrirás con paciencia porque dirás para ti: "Este hombre piensa que lo que hace esta bien hecho."

XLIII

Cada cosa tiene dos caras, de las cuales una es soportable y la otra insoportable. Por ejemplo: cuando tu hermano te injuria no lo mires como que te injuria, porque lo que hace, a tomarlo así, es insoportable. Considéralo mas bien como tu hermano y que os habéis criado juntos. De esta manera lo tomarás de modo que puedas hacer su acción soportable.

XLIV

Estas clases de proposiciones no convienen unas a otras: "Soy más rico que tú, luego soy mejor; soy más elocuente que tu, luego soy más hombre de bien." Pero estos son buenos argumentos: "Soy más rico que tú, luego mis riquezas valen más que las tuyas; soy más elocuente que tú, luego mi modo de hablar es más excelente que el tuyo." De manera que como no has de anhelar por la elocuencia ni por las riquezas, esto de debe dar muy poco cuidado.

XLV

Cuando ves alguno en el baño que se lava pronto no digas que se lava mal, sino que se lava muy pronto. De la misma manera, si alguno bebe mucho, no digas que bebe mal por beber así, di simplemente que bebe mucho. En efecto, de donde aprendiste que hizo mal para formar tal juicio? Si así te retienes en tus opiniones, penetrarás en los pensamientos ajenos y los tuyos serán conformes a los de los otros. 

   
   
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