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Séneca.
Sobre la felicidad.
Capítulo
14
El riesgo del placer | índice
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Además, los que están dotados de una naturaleza racional ¿qué cosa puede
proponérseles mejor que la razón?. Y si se quiere esa unión, si se quiere
ir a la felicidad en compañía, que la virtud marche delante y el placer
le acompañe y vaya junto a ella, como la sombra junto al cuerpo. Hacer
de la virtud el más excelso de todos los bienes, una esclava del placer,
es propio de un hombre incapaz de concebir nada grande. Que la virtud
vaya la primera, que lleve el estandarte; no por eso tendremos menos el
placer, pero seremos dueños y moderadores de él; nos hará ceder algo a
sus súplicas, pero no nos impondrá nada. Pero los que han entregado el
mando al placer carecen de uno y otro, pues pierden la virtud, y además
no tienen el placer, sino que el placer los tiene a ellos: o se atormentan
por su falta o se ahogan en su abundancia; desdichados si los abandona,
más desdichados si los abruma; así como los navegantes sorprendidos en
el mar de las Sirtes tan pronto se quedan en seco como son agitados por
olas impetuosas. Esto ocurre por una intemperancia excesiva y un amor
ciego de su objeto; pues para el que busca el mal en vez del bien, es
peligroso alcanzarlo. Así como cazamos a las fieras con esfuerzo y peligro,
y su posesión, una vez cogidas, es también inquieta, pues con frecuencia
despedazan a sus dueños, del mismo modo los que poseen grandes placeres
caen en un gran mal, y los antes conquistados los apresan; y cuanto más
numerosos y grandes son, tanto más pequeño y siervo de más señores es
aquél a quien el vulgo llama feliz. Quiero insistir aún en esta imagen:
el que busca los cubiles de las fieras y gusta mucho de capturar fieras
a lazo y rodear con perros los vastos bosques, abandona, para seguir sus
huellas, ocupaciones preferibles, y renuncia a muchos menesteres; del
mismo modo, el que persigue el placer pospone a él todas las cosas, y
lo primero que descuida es su libertad, que sacrifica por el vientre;
y no compra los placeres para sí mismo, sino que se vende a los placeres.
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