|
Séneca.
Sobre la felicidad.
Capítulo
7
Oposición de la virtud y el placer | índice
| anterior | siguiente
Añade ahora que el placer sobreviene incluso a la vida más infame, pero
que la virtud no admite una mala vida, y algunos no son infelices por
falta de placer, sino por el placer mismo, lo cual no ocurriría si a la
virtud se mezclase el deleite, del que a menudo carece la virtud, pero
que nunca necesita. ¿Por qué querer reunir cosas distintas y aún contrarias?.
La virtud es algo elevado, excelso y regio, invencible e infatigable;
el placer es algo bajo, servil, flaco y mezquino, cuyo asiento y domicilio
son los lupanares y las tabernas. Encontrarás la virtud en el templo,
en el foro, atezada, con las manos encallecidas; al placer, casi siempre
escondido en busca de tinieblas, cerca de los baños y estufas, y de los
lugares que temen a la policía, blando, sin frío, húmedo de vino y de
perfumes, pálido y cubierto de afeites y lleno de ungüentos como un cadáver.
El sumo bien es inmortal, no puede desaparecer y no conoce el hastío ni
el arrepentimiento; pues un alma recta no cambia nunca, ni se aborrece,
ni muda nada, porque siempre ha seguido lo mejor; pero el placer, en cambio,
cuanto más deleita, se extingue. Y no tiene mucho espacio, por lo cual
pronto lo llena, y produce hastío, y se marchita después de los primeros
transportes. Y nunca es seguro aquello cuya naturaleza consiste en el
movimiento; así no puede tener consistencia alguna lo que llega y pasa
del modo más fugaz, para perecer en su mismo uso, pues llega al punto
donde cesa, y cuando comienza ya ve su fin.
índice | anterior
| siguiente | e-mail
|